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ISSN 1989-4163

NUMERO 39 - ENERO 2013

El Viento Estaba con los Brazos Cruzados

Ramón Asquerino

“Hay un olor de piedra en el húmedo viento”: Cesare Pavese
“El roce de la brisa con la rosa”: Antonio Carvajal
(Desde 1973, en aquel albero noviembre amarillo, membrillo de la vida, con Rafael Pablos y Rosi).

 

Tal vez esperándonos como la impaciencia
paciente de la arena en su playa dormida, de un ópalo el mar,
nos hemos encontrado antes de abrazarnos,
cuando dábamos saltos verdes de campanilla
en aquel albero noviembre amarillo, membrillo de la vida.

Mientras que el viento estaba con los brazos cruzados
el cielo se había teñido en harapos gris de mar,
sucio vacío, atavío bajo madura crisis,
y las olas, felinos agazapados rezagados de  la tarde,
se asomaban tímidos por la baranda de los hombros.

-Hace frío, Rafa, refresca el día.
Y tú seguiste enlazando, viento del sur,
hacia el ritmo sonoro los recuerdos,
antracita de eco la sangre en voz,
caléndula del destino.

Nos escribe en su jardín heptasílabo
ANTONIO CARVAJAL:
Y, en las madrugadas de lluvia, el agua
se levanta, se viste de sí misma y habita
entre nosotros.

(Esa lluvia que cae en plazas y calles,
en el cuartel y en la colina, es un derroche absoluto, dirá Pavese;
el único derroche que ya nos podemos permitir
cuando hasta el alba suprime del almanaque el amanecer
y los gatos, furias del celo, afinan el oído con  la lluvia).

Hace un frío que la tarde oscurece en desaire muy larga,
con nosotros paseándonos tras el malecón de las dudas,
mientras inerte el viento seguía con los brazos cruzados
ante el mar gris de arena, arañando hasta el cielo de crisis,
entre todas las madrugadas de la lluvia sin agua.

En tanto,  nos inventábamos tantos años
con los que ya hemos cumplido, demasiado despacio,
algunos caracolas, oyéndonos en brisa marejada,
caracolas de tus manos en la risa
la azul caricia loca de la dama de noche.

Hace frío, Rafael, bajo estos de nieve ríos de la Sierra,
ese frío que se mete en los bolsillos de los pantalones
y nos vacía hasta el sístole ausente las madrugadas,
y nos enseña, Rosi, el señuelo de las pizarras:
un mordisco, membrillo todavía noviembre amarillo, a la vida.

Pero aún sentimos los tres, y con nosotros
El roce de la brisa con la rosa.

 

Viento

 

 

 

 

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